ESTEFANÍA SUÁREZ MENÉNDEZ
Las últimas semanas, media España se ha levantado preguntándose qué nuevo récord iba a pulverizar ese día el precio de la energía.
Entre la incredulidad, la preocupación y la indignación veíamos cómo día a día se alcanzaba un máximo histórico.
Como viene ocurriendo últimamente en la política española, sobre el escenario hay 3 actores. Por un lado, una ciudadanía agotada por el esfuerzo realizado para sobrellevar una pandemia que se ha hecho eterna. Una ciudadanía que ha demostrado, una vez más, la grandeza de este país, que es capaz de salir junto de los peores escenarios. Una ciudadanía que ha sido, sin duda, la mejor cara de nuestro país.
El segundo actor es un Gobierno que ha demostrado que es capaz de no desfallecer por muy difícil que se ponga la cosa. Con un modelo claro en la cabeza y con una hoja de ruta.
Por último, una derecha sin el más mínimo sentido de Estado, a la que le da igual el precio que tengan que pagar los ciudadanos y las ciudadanas si a cambio consiguen tumbar el Gobierno. ¿Vivimos una pandemia? Criticamos la gestión, criticamos los equipos técnicos, criticamos hasta lo que no se puede criticar.
«España camina firme hacia las renovables, les guste a las derechas negacionistas o no»
¿Que un informe de una ONG advierte de que ha crecido la pobreza en Madrid? Lo ponemos en duda y, para colmo, nos lo tomamos a broma.
¿Nos enfrentamos a una crisis energética? Pues más de lo mismo. Crítica, crítica, crítica.
Al ritmo que llevan quedarán pocas cosas de las que no tenga culpa el Gobierno de España.
Lo triste del asunto es que, si por el camino abocamos a miles de españoles y españolas a la pobreza energética, no pasa nada porque los suyos ya se lo llevan crudo a base de comisiones por aquí y por allá.
Lo que no esperaba esta derecha insolidaria y cainita es que la apuesta por las renovables que ha hecho el Gobierno, en realidad los diferentes gobiernos socialistas, diera sus frutos y, afortunadamente para todos, lo hiciera en uno de los peores momentos que hemos vivido, con los precios completamente disparados.
España camina firme hacia las renovables, les guste a las derechas negacionistas o no. Frente al impuesto al sol que instauró el gobierno del PP, el gobierno de Pedro Sánchez ha apostado por la única alternativa real y el resultado de esta apuesta es lo que hemos visto estos días.
Las energías renovables, además de limpias, son mucho más baratas. Esto tiene como efecto que nuestra dependencia del gas disminuya y, al descender esta dependencia, baje el precio de la energía. Cuando crece la utilización de energías renovables, el precio de la electricidad se desploma.
España y Portugal se han convertido en una isla energética debido a que son líderes en la implantación de este tipo de energías.
Dos gobiernos socialistas que seguirán apostando por este tipo de energía y, si todo va bien, serán el mercado europeo más competente en este ámbito.
Los datos son muy positivos: en lo que llevamos de 2022 se han instalado más de 1.000 MW en energía eólica y solar. A esta cifra hay que sumar la cantidad de hogares que han instalado paneles solares. Toda esta iniciativa es lo que está acelerando la descarbonización de nuestro país.
Así las cosas, mientras el PP decide si se rinde definitivamente a VOX y la ultraderecha radicaliza su discurso, uno y el otro pasan olímpicamente de los problemas de nuestro país y de su ciudadanía.
Mientras, decía, el Gobierno de España hace sus deberes sin estridencias, pero con resultados.
Qué bien nos vendría a todos que en el PP aplicasen el “sentidiño” que debería haber aprendido Feijoo en su tierra y, en lugar de poner palos en la rueda, recordasen que para ser alternativa hay que saber estar a la altura de las circunstancias.
No todo vale y menos cuando el precio lo paga la ciudadanía.
(Estefanía Suárez Menéndez es diputada del Grupo Parlamentario Socialista en la Asamblea de Madrid.)