SERVIMEDIA
Los adolescentes de barrios “vulnerables” desayunan con menos frecuencia y consumen menos frutas, verduras y legumbres que aquellos que viven en zonas con mayor poder adquisitivo.
Esta es una de las conclusiones del Estudio cualitativo sobre las percepciones en alimentación, prácticas alimentarias y hábitos de vida saludables en población adolescente realizado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (Aesan), adscrita al Ministerio de Consumo, y según el cual, además, los adolescentes establecen una “conexión” entre la salud mental y las prácticas saludables, según explicó la Aesan en un comunicado.
El informe se basa en un análisis del estilo de vida de alrededor de un centenar de adolescentes de entre 12 y 14 años estudiantes de primero y segundo curso de Educación Secundaria Obligatoria (ESO) de Cádiz, Málaga, Palma de Mallorca y Rivas Vaciamadrid, que fueron quienes elaboraron el diagnóstico y las propuestas de políticas que ayuden a “luchar contra la obesidad” para “evitar errores de diseños” en las mismas y “maximizar su impacto”, según explicó el ministro de Consumo, Alberto Garzón, en la presentación del proyecto en febrero de 2021.
De los resultados también se deduce que, a juicio de los adolescentes, la familia es el factor “más influyente” para llevar una vida saludable, seguido de profesionales y medios de comunicación. Como “factores barrera” destacarían la economía, la falta de tiempo, la oferta alimentaria en los institutos y la “presión social”.
Con respecto a la alimentación, en los institutos de barrios “vulnerables” y de zona periurbana es mayor el número de chicas que de chicos que indicaron ingerir pasta, patatas o panificados y, en general, también fueron más chicas que chicos quienes expresaron su “preferencia” por alimentos panificados, pasta y fritos, así como por las verduras, legumbres y carnes, mientras que la ingesta de chucherías, chocolates, bollería y refrescos es “muy esporádica”.
Comidas
Por lo que se refiere al desayuno, es un porcentaje “minoritario” el de quienes no desayunan, hábito que es más frecuente entre chicas adolescentes de barrios vulnerables y son más los adolescentes que lo toman en el instituto que en casa. La primera comida del día está compuesta, principalmente, por productos panificados o bocadillos, seguido de frutas o verduras y, con menor frecuencia, dulces o una bebida azucarada, agua, infusiones, té o café, cereales o lácteos.
Con respecto a la comida, los adolescentes comen en casa “habitualmente” y los alimentos más consumidos son la pasta, patatas o panificados, alguna carne o pescado y verduras, legumbres y frutas. Se observó una mayor ingesta de pasta, patatas o panificados en zonas vulnerables, mientras en zonas de renta media-alta los adolescentes citaron con más frecuencia el consumo de carne y la ingesta de verduras, legumbres y frutas fue más alta en la zona periurbana y más baja en barrios vulnerables, cuyos adolescentes hicieron también mayor alusión al consumo de productos precocinados.
En la merienda, los alimentos más consumidos son los panificados, dulces y frutas y en menor medida se mencionó también la ingesta de lácteos, frutos secos, productos fritos y cereales y, con relación a la cena, en los grupos de zona de renta media-baja y de renta media- alta esta está basada en ensalada, sopa o lácteos frente a pasta, patatas o panificados, mientras que en los grupos de zona vulnerable y periurbana resulta más frecuente la alusión a esta última opción que a la primera.
Alimentación saludable y ejercicio
En general los adolescentes suelen elegir sus alimentos basándose en su apariencia y sabor y, preguntados por lo que consideran “alimentación saludable”, las frutas y verduras son los alimentos que perciben con mayor frecuencia como saludables, seguidas de las legumbres y el pescado así como los productos ecológicos y aquellos en los que se utiliza menos plástico para empaquetarlos, mientras consideran “no saludables” el “exceso” de azúcar, las chucherías, los refrescos, la comida rápida y las grasas.
Por lo que respecta al ejercicio físico, este “suele” limitarse a actividades extracurriculares y el tiempo libre y recreo suelen dedicarlo a actividades “pasivas”, principalmente las chicas. En los grupos de zona vulnerable y en el de renta media-baja más chicas que chicos realizaban actividades activas, mientras que en el barrio periurbano y la zona de renta media-alta la tendencia fue la opuesta.
El ejercicio suele ser considerado como un “hábito saludable” en los grupos de renta media-baja y media alta y es utilizado como una estrategia de afrontamiento del estrés en barrios vulnerables y de zona periurbana. Como factores causantes del estrés destaca “con diferencia”, según la Aesan, la “comparación social», seguida del exceso de exámenes, la falta de tiempo para hacer deberes y las «exigencias” familiares y la falta de tiempo debida a las exigencias académicas constituye para los participantes “una de las principales barreras para hacer ejercicio”.
En los barrios de zona periurbana, renta media-baja y media-alta los estudiantes estiman que la vida saludable depende de la alimentación, el ejercicio y el equilibrio, mientras que en los vulnerables se hace “mayor énfasis” sobre el uso “adecuado” de la tecnología, el control de los excesos y la salud mental como aspectos “clave” para llevar una vida saludable.