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domingo, 17 noviembre 2024

La extraordinaria mirada de Fernando Zóbel en el Museo del Prado

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¿Cómo admirar la pintura de los grandes maestros sin ser una víctima pasiva de su fascinación? ¿Cómo sumergirse en el arte del pasado sin abdicar del compromiso con las vanguardias modernas y contemporáneas. La respuesta de Fernando Zóbel (Manila, 1924-Roma, 1984) fue a un tiempo simple y enormemente sofisticada: estudiarlos para comprenderlos, y luego, reinventarlos.

42 pinturas, 51 cuadernos de apuntes y 85 dibujos y obra sobre papel, procedentes de colecciones españolas, filipinas y norteamericanas, conforman el recorrido con el que el Museo Nacional del Prado, con la colaboración de la Comunidad de Madrid, rinde homenaje a una figura fundamental de la pintura española de la segunda mitad del siglo XX: Fernando Zóbel, pintor nacido en Manila en el seno de una familia española que trabajó de forma intensa sobre las pinturas del Prado y fundó el Museo de Arte Abstracto de Cuenca. Un artista que concibió su pintura como una suerte de instrumento con el cual transitar –para admirar, pero sobre todo para entender– las complejas rutas por las que discurre la historia del arte.

“Zóbel. El futuro del pasado” explora la obra del pintor a lo largo de dos itinerarios que son fundamentales para valorar su original contribución a la pintura abstracta contemporánea: el primero, entre la modernidad y el legado de la tradición, reúne los estudios del pintor realizados en museos a lo largo de todo el mundo, el Museo del Prado muy particularmente, reconstruyendo su proceso creador. En segundo lugar, la exposición sigue  la obra de Zóbel a través de un segundo itinerario, internacional y geográfico, mostrando cómo el dibujo fue la herramienta que le acercó a una forma original y alternativa de modernidad  que Zóbel descubrió en Asia, en la tradición vernácula de las Islas Filipinas o en la pintura china y japonesa. Ambos itinerarios nacen de la particular condición biográfica del artista: Nacido en Manila, formado en los Estados Unidos para acabar instalándose en España, Fernando Zóbel no fue solo un pintor enormemente curioso y erudito, también fue un viajero permane
nte y un artista radicalmente cosmopolita.

La obra de Zóbel constituye, por último, un apasionante ejercicio de pedagogía artística. Los dibujos de Zóbel enseñan a mirar, lenta, sosegada y analíticamente. Sus pinturas y sus dibujos encierran el esfuerzo por comprender la voluntad artística que empujaba a artistas como Zurbarán o Sánchez Cotán, como Van der Hamen o Velázquez.

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