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El número de niños y jóvenes que son adictos a las pantallas ha aumentado “significativamente” en los últimos diez años debido, entre otras causas, a un acceso “temprano” a los dispositivos, a la “falta de supervisión” parental y a un aumento de aplicaciones que ofrecen contenido personalizado. Por esta razón, es necesario que los adultos les “acompañen, guíen y supervisen” durante su utilización.
Así lo defendió el experto en salud mental infanto-juvenil, psicólogo sanitario y subdirector de la clínica Recurra-Ginso, integrada en la Asociación para la Gestión de la Integración Social Ginso, Jesús Villanueva, en un comunicado emitido coincidiendo con la conmemoración este viernes del Día Mundial de las Redes Sociales y en el que subrayó que el “abuso” de las mismas en la adolescencia “dificulta” el desarrollo de habilidades cognitivas como la concentración, la paciencia y la tolerancia a la frustración.
Tras puntualizar que, según una guía de “buen uso” de las nuevas tecnologías impulsada por Recurra-Ginso en colaboración con la Comunidad de Madrid, aproximadamente el 70% de los menores tiene su primer móvil entre los 10 y 15 años y la primera interacción se da a los seis años a través de los dispositivos de los padres, el experto recordó que las redes sociales “están diseñadas para un público adulto y maduro”.
“Por eso suponen un peligro para los menores, ya que en ellas se muestra una realidad perfecta en base a los gustos de los usuarios, pudiendo provocar un desinterés en la vida real”, sentenció, al tiempo que precisó que el uso “excesivo” de pantallas en menores genera “insatisfacción, inconformismo e intolerancia a la imperfección, llegando a repercutir en sus relaciones interpersonales”.
En paralelo, hizo hincapié en que, según estudios recientes, un 20% de los menores de ocho años reconoce, además, «haber visto pornografía a través de redes sociales o videojuegos”. En este sentido, afirmó que, aunque el contenido pornográfico “aparece de manera espontánea”, también supone “un grave peligro” para ellos, al entender que los jóvenes “se suelen sentir violentos e intimidados” al visualizarlo.
Adictos a los 12 años
A este respecto, señaló que, en los últimos años, la edad media de los menores adictos a las pantallas se sitúa en los 12 años y reconoció que no existe un perfil “claro”, aunque los jóvenes que son “más impulsivos” pueden tener “mayor riesgo de sufrir esta adicción”.
En este contexto, con el fin de poder identificar si un menor “hace un buen uso de las pantallas”, instó a “tener en cuenta” el tiempo que dedica a estar con el dispositivo, el tipo de respuesta que da cuando está separado de él y cómo afecta su uso al resto de áreas como dormir, comer, realizar actividades deportivas e ir al colegio.
Asimismo, consideró que todos los menores de 12 años “deben estar acompañados, guiados y supervisados por un adulto» durante la utilización de las pantallas para “potenciar un buen uso” de las mismas que favorezca su desarrollo y “complemente los conocimientos adquiridos en la escuela y la familia”.
“Una vez superada esta edad, siempre que el joven demuestre madurez y desempeño, la supervisión podrá ser menor, hasta llegados los 16 años, cuando podrá ser autónomo si se muestra responsable en el uso del dispositivo”, aseveró.
En el caso de que el adolescente presente “signos de adicción al dispositivo”, juzgó “imprescindible” que los padres se comuniquen con él para “intentar buscar una solución al problema” y, si no fuera posible, les emplazó a contactar con un profesional para tratar la adicción “lo antes posible”.