ESCUCHA MADRID / Servimedia
La Sala de la Princesa del Teatro María Guerrero acogerá entre este viernes y el 31 de marzo El teatro de las locas, una producción del Centro Dramático Nacional (CDN) con texto y dirección de Lola Blasco, que muestra cómo se ha asociado la locura con la mujer y todo lo relacionado con lo femenino a partir de un caso histórico sucedido en Francia.
El montaje fue presentado en una rueda de prensa celebrada en el Teatro María Guerrero en la que participaron el director del CDN, Alfredo Sanzol; la propia Lola Blasco; y Alda Lozano, María Pizarro, Nieves Soria, Alberto Velasco y Pepa Zaragoza en representación del elenco.
En su intervención, Alfredo Sanzol atestiguó que “aunque ahora nos parezca muy absurdo, uno de los inventos de la humanidad ha sido asociar la locura con lo femenino, con lo que si estabas loco, lo normal es que fueras mujer, y si eras hombre, eras un afeminado”.
Estas ideas, continuó el director del Centro Dramático Nacional, “han formado parte de nuestra cultura de manera muy sólida y ha tenido teóricos”. “Este asunto es catastrófico”, apostilló, máxime cuando “el teatro aparece como una especie de referente con la locura femenina, con Ofelia y Lady Macbeth, que nos ha acompañado hasta el día de hoy”.
Por su parte, Lola Blasco explicó que la pieza teatral ahonda en “cómo hemos asociado lo que tiene que ver con estar loco”, lo que le permitió exponer en un principio la locura “no tenía nada que ver con lo femenino, sino con conductas relacionadas con lo masculino, como la ira, la violencia”; sin embargo, “conforme avanza el tiempo, se añaden otro tipo de conductas, como la melancolía o el sentimentalismo, que se han relacionado, sin serlo, con lo femenino”, lo que “nos ha afectado más a las mujeres, por estar fuera de la norma”.
Lola Blasco subrayó que esta obra surge en el momento en el que durante el confinamiento domiciliario decretado con motivo de la pandemia le ofrecen impulsar un montaje. En ese momento, confesó, “no podía, porque venía de un encierro en un hospital”.
Pasado el tiempo, comenzó a investigar y descubrió el “gran confinamiento” que se produjo en el hospital La Salpêtrière de París en el que se encerró no sólo a enfermos mentales, sino a “disidentes”, a “revolucionarios, prostitutas, gentes de mal vivir, artistas, saltimbanquis”. “Se empezó a utilizar los hospitales como cárceles y se produjo un gran confinamiento vinculado con una época muy puritana”, apuntó.
«Ir a ver a las locas»
En ese contexto, en pleno siglo XIX, surgió la figura del neurólogo francés Jean-Martin Charcot (1825-1893), quien comenzó a montar espectáculos teatrales con los que “pone de moda ir a ver a las locas”.
Aprovechándose de la aparición de la fotografía e inspirándose en personajes de William Shakespeare (1564-1616), hace posar a las mujeres recluidas en La Salpêtrière como Ofelia y Lady Macbeth, y organiza funciones a las que acude la burguesía de la época para “ver a las locas”.
También se inspiró en alguna obra de Rubens (1577-1640) para proclamar la existencia de una enfermedad, la listeria, que “no está muy claro si existe o no existe; no obstante, no entro en ese tema, me centro en lo teatral”.
Lola Blasco observó que el libro Histeria: lecciones del martes, de Jean Martin Charcot, es “espeluznante”, ya que en él describe cómo en esos espectáculos presentaba a “mujeres hipnotizadas” que supuestamente no sentían y las pinchaba. Ante las quejas de estas mujeres, él se excusaba afirmando que eran “poco manejables”. “La gente asistía a torturas a estas mujeres en directo”, deploró.
En ese sentido, apuntó que la única forma que tenían estas mujeres para poder salir de La Salpêtrière era participar en esas sesiones, ya que, de lo contrario, “eran declaradas incurables” y recluidas toda su vida.
Esto le permitió comentar que muchas de esas mujeres no tenían enfermedades mentales, sino que eran abandonadas allí por querer acceder a su herencia o porque sus familias las repudiaban. Puso como ejemplo de ello el caso de la escultora Camille Claudel (1864-1943), cuyo informe atestigua que “estaría mejor con su familia”, a pesar de lo cual siguió recluida.
Indicó que en esos espectáculos también participaban hombres, aunque la presencia femenina era mayor porque “vendían más” y porque “era una forma de ver desnudos”.
Salud mental y jóvenes
Lola Blasco dejó claro que “no me interesa el tema a nivel histórico”, sino porque “hemos sufrido un gran confinamiento que ha causado un gran trauma, un ‘shock’, especialmente los más jóvenes”, y abundó en que “yo lo he vivido en primera persona, he estado en un hospital y no sabía si podría salir”.
Aclaró que la obra no pretende denunciar el funcionamiento del sistema sanitario, sino mostrar el “trauma de no saber si te despedirás de quienes más quieres, de saber si podrás salir de ese sitio”.
Tras reconocer que “ha sido un año duro” de preparación del montaje, reseñó que optó por “dar un poco de ligereza a este asunto y un poquito de humor a estas historias tan pesadas que pensamos tienen mucha importancia contarlas hoy, ya que estamos en una época muy puritana y con mucha censura”.
Por último, Alberto Velasco consideró “terrorífico” descubrir cómo “en cualquier momento todos podemos ser locos y locas” en función de “las decisiones de alguien ajeno a nosotros” y llamó la atención sobre el hecho de que “la gente se va a reír un montón y en la puerta se va a preguntar ‘de qué me estoy riendo’”, mientras que Pepa Zaragoza coincidió en que en la historia hay “momentos duros” contados “en clave de humor”.