ESCUCHA MADRID
El diccionario de la RAE define así las «ciencias ocultas»: prácticas y conocimientos misteriosos, como la magia, la alquimia, la astrología, etc., que, desde la antigüedad, pretenden penetrar y dominar los secretos de la naturaleza.
Afinando más, se podría caracterizar la tradición de lo oculto como basada en tres supuestos: (1) La transmisión desde tiempos remotos de una sabiduría secreta sólo accesible a unos pocos iniciados; (2) Las correspondencias entre distintas partes del universo (elementos, planetas, temperamentos, etc), en el marco de una correspondencia fundamental entre macrocosmos y microcosmos; (3) La existencia de ciertos superpoderes latentes en el ser humano, que deberían desplegarse para conducirnos a una metamorfosis o transmutación espiritual.
Los saberes ocultos han sobrevivido durante siglos en un entorno cultural hostil —dominado primero por la religión hegemónica y más tarde por el racionalismo y el positivismo— gracias a su capacidad de camuflaje e infiltración. Y es en las artes visuales donde las ideas y creencias esotéricas han encontrado el terreno ideal para sus mensajes cifrados: desde las alegorías herméticas del Renacimiento hasta las manifestaciones del arte de vanguardia del siglo XX.
En esta exposición, comisariada por Guillermo Solana, se reúnen cincuenta y nueve obras de arte de las colecciones Thyssen-Bornemisza (incluyendo tanto la colección permanente del museo como las colecciones privadas de varios miembros de la familia Thyssen-Bornemisza) en las que hemos detectado rastros de lo oculto que pueden documentarse. La tradición esotérica nos ofrece una serie de códigos para descifrar sentidos escondidos. Su valor consiste en revelarnos detalles y aspectos de las obras de arte que han pasado inadvertidos y proponernos nuevas lecturas heterodoxas.